¿Qué debemos saber de la depresión?

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Salud Mental

Hablar de depresión es hablar de hundimiento, de algo que está por debajo de. Es una enfermedad silenciosa, de difícil tratamiento. ¿Por qué? Porque se suele pensar que la persona está con un bajón anímico que pronto se le pasará. Se piensa que si la persona le pone ánimos podrá salir de su bajón anímico y que si no puede salir se debe a falta de voluntad. La persona deprimida entonces se encierra y se ve a sí misma como culpable de lo que le pasa y su bajón anímico se prolonga mucho, hasta volverse su estado habitual.

Estadísticas sobre la depresión

La Organización Mundial de la Salud (OMS) precisa que las estadísticas indican que en 2022 hay un 18% más de personas que están o estuvieron en tratamiento que hace solo una década, lo que significa que en el mundo existen ahora unos 322 millones de habitantes que padecen depresión. Pero antes de seguir, tendríamos que dar con una definición sobre lo que es la depresión, ya que se utiliza mucho el término de “estar deprimido” cuando realmente la depresión no se trata de una tristeza.

¿Qué es la depresión?

Para conjeturar que alguien está deprimido se tiene que dar la siguiente situación: La persona tiene que presentar un estado de ánimo deprimido (tristeza, irritabilidad y/o sensación de vacío) en conjunto con una pérdida de interés en las actividades que solía disfrutar, al menos en algún momento del día, todos los días, durante dos semanas aproximadamente. Esto es importante: tener algunos días malos no es estar deprimido. Esta apatía tiene que perdurar en el tiempo. Además de esto que mencionamos, puede aparecer dificultad para la concentración, el sentimiento de culpa excesiva o de autoestima baja, la falta de esperanza en el futuro, pensamientos de muerte o de suicidio, alteraciones del sueño, cambios en el apetito o en el peso y sensación de cansancio acusado o de falta de energía.

¿Cómo es estar deprimido?

La depresión va a variar en cada persona. Para muchos puede ser imposible salirse la cama mientras que otras personas pueden seguir siendo funcionales y continuar con sus tareas cotidianas, pero a costa de mucho esfuerzo y malestar. Es difícil dar con el diagnóstico dado que muchas personas piensan “¿Qué voy a decirle al médico, que estoy triste?” y entonces dilatan la consulta. Los antecedentes familiares son de ayuda a la hora de confirmar el diagnóstico. Esto no quiere decir que si mi madre ha sufrido de depresión yo también vaya a padecerla, pero en muchos casos conocer la historia clínica familiar nos ayuda a los profesionales de la salud a dar en la tecla de lo que aqueja al paciente. Asimismo, hay ciertas depresiones que son reactivas, es decir, que aparecen luego de que la persona atraviesa un evento traumático como ser la pérdida de un ser querido o de un trabajo, alguna situación de violencia o una enfermedad, por ejemplo. Pero también puede haber depresiones no reactivas, es decir, situaciones en las cuales la depresión se instala pero es difícil encontrar un disparador tan claro.

Lo que no podemos obviar es que la depresión afecta al 5% de la población mundial y es la principal causa de discapacidad en el mundo. La discapacidad es en su mayoría social debido a que las relaciones sociales que establecen las personas con depresión son inseguras, menos activas y más pobres. La peor de las consecuencias de esta enfermedad es el suicidio y es por esto por lo que la detección temprana de la misma resulta imprescindible para evitar este tipo de desenlace.

¿Por que se presenta esta enfermedad?

Como decíamos al principio del artículo, cada vez hay más diagnóstico de depresión. ¿A qué se debe esto? Yo considero que el mundo en el que vivimos, la sociedad misma, cuando se conjuga con factores genéticos que así lo predisponen, nos lleva a la depresión, así como a otros trastornos psicológicos. ¿Porqué digo esto? Porque vivimos en un mundo de incontables exigencias, de agotamiento físico y mental, en el cual nada alcanza. Hay crisis ecológicas, sanitarias, económicas. Vivimos bombardeados por las redes sociales, hiper estimulados, mal dormidos, mal comidos, mal queridos. Vivimos aturdidos, en una constante incertidumbre que lleva a la desesperanza, con pocos momentos para conectar con nuestro deseo y con nosotros mismos. Pasamos mucho tiempo mirando lo ajeno, lo que SÍ tiene el otro, y terminamos comparándonos. Eso hace que nuestra falta se haga más presente y puede llevar a que se generen depresiones.

Por otro lado, no podemos desestimar el impacto de la pandemia en nuestra salud mental. Según un estudio reciente de la prestigiosa revista científica The Lancet , en 2020, el aislamiento por el COVID, provocó un aumento del 28% en los trastornos depresivos y un 26% de los trastornos de ansiedad.

¿Cómo ayudar a una persona con depresión?

Estando presentes y atentos a sus necesidades, no exigiéndoles por demás, entendiendo que para ellos actividades básicas como bañarse o tender la cama requieren de muchísimo esfuerzo. Acompañar sin juzgar es fundamental.

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